María Cortes, psicóloga: “Un cumpleaños infantil es uno de los momentos en que se evidencia la carga mental y la desigualdad en los cuidados”

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Cada cumpleaños en la vida de un niño es único y especial. Desde la elección de la tarta hasta el color de los globos o la temática de la fiesta, son muchos los detalles que hay que planificar para que se convierta en un día inolvidable. Sin embargo, esta tarea, en la mayoría de los casos, no se reparte de manera equitativa entre los padres.

“Si hay un momento en el que se hace evidente la carga mental y la desigualdad en los cuidados, es en la organización de un cumpleaños infantil”, advierte la psicóloga María Cortés en sus redes sociales. A lo largo de su trayectoria, ha acompañado a muchas mujeres que, en la práctica, han asumido por completo la planificación de estas celebraciones.

“Las mujeres suelen encargarse de todo: hacer listas, decidir a qué amigos o familiares invitar, e incluso, en ocasiones, organizar más de una fiesta. Además, se ocupan de comprar el regalo, preparar las invitaciones y gestionar todos los detalles, lo que deja al descubierto la carga mental que implica”, señala la especialista.

Para Cortés, el problema de fondo radica en las expectativas que existen en torno a estas celebraciones. Todos los padres quieren que su hijo sea feliz, pero muchas veces caen en el error de estresarse pensando que todo debe salir perfecto, desde la figura que adorna el pastel hasta los dulces o los animadores que entretienen a los pequeños. Lo cierto es que los niños apenas prestan atención a todos esos detalles.

Una visión que comparte la psicóloga Cecilia Palavecino. “Para un niño pequeño, que es naturalmente curioso, explorador y experimentador, no hace falta tanto estímulo externo creado por un adulto. El propio ambiente, los colores, el movimiento, la familia o su personaje favorito, desde Spiderman hasta Frozen, ya son suficientes”, explica.

Aunque reconoce que, si se cuenta con el tiempo y la capacidad económica, está bien organizar grandes fiestas, advierte que no siempre son necesarias para que los niños sean felices. Además, alerta sobre el riesgo de criar a niños insaciables, que no se sorprenden con nada porque han recibido un “atracón” de estímulos imposibles de procesar a tan corta edad.

Fuente: La Vanguardia

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